
Mi moto no estaba en ley. Mis compañeros de trabajo me había advertido que la policía de tránsito estaba muy estricta. Poco me importó.Un día que andaba en mi motocicleta –sin casco como solía conducir- escuché un ulular de sirena. Me asusté y lo único que acaté hacer fue acelerar la motocicleta. La policía estaba tras de mí, sin duda. Por más rápido que iba el sonido del ulular me perseguía soplándome las orejas. De pronto un perro me salió al paso, me lo quité y esa maniobra me costó la vida, ya que impacté de plano contra un árbol. Según dicen los esótericos el alma se mantiene en el cuerpo durantes unos minutos antes de abandonarlo, tiempo suficiente para percatarme que el ulular no era de la policía, sino de una ambulancia que iba de servicio y que tuvo que detenerse para socorrer con inútiles esfuerzos a un cadáver que se enfriaba a pocos al lado de la carretera.