
Se acercaron y traían con ellos a una mujer que sorprendieron en pleno acto de adulterio, entonces los hombres le dijeron a Jesús, quien estaba distraído dibujando en el suelo, que esa mujer según la ley de Moisés, debía morir apedreada, pero Jesús -muy sabio él- les dijo que tirara la primera piedra aquel que estuviera libre de pecado. Todos dejaron caer las municiones que recolectaron y se fueron dispersando. Al encontrarse Jesús cara a cara con la mujer, se inclinó a tomar una de las piedras, pero cada una que tomó le resultó demasiado pesada, entonces no tuvo más remedio que decirle a la mujer que él también la perdonaba.